domingo, 30 de octubre de 2011

5. SAQUEOS

(Entrada Final).
Añoranza es el término que define mi sentir. Un gran dolor carga mi alma. Quizá no podré soportar más el terrible sentimiento que me agobia. Quisiera cerrar mis ojos; imaginar que todo es un sueño y que pronto despertaré.

Han  transcurrido menos de 15 días, desde la muerte de Liam. Aún siento sus pequeñas manitas tocando mi rostro, su risa tierna al jugar, su voz de ángel, las travesuras que hacia con Noel. Recuerdo la última vez que me dijo: hermano verdad que estaré bien. Y yo evadía su pregunta con un beso. No sabía que responder. Me duele demasiado su ausencia.

Mi madre está muy triste, y mi padre divaga su melancolía. Diario lloran a la hora de comer. Papá en las mañanas va a la recámara de Liam y se la pasa ahí cerca de dos horas, acostado en la cama con el juguete favorito de mi hermano: su soldado de plomo. Noel se siente muy solo, pues su compañero de travesuras ya no está.

Lo peor es que ya empezaron los saqueos, y nosotros estamos dentro de las zonas marcadas. Ahora tenemos que desalojar nuestro hogar. No sabemos a donde ir. Ya empacamos provisiones, ropa y algunas cosas de valor  para poder venderlas ya que nos quedamos sin dinero.

Tengo mucho miedo,  pues ya  los soldados saquean todos los negocios judíos. Implacables son los gritos de nuestros hermanos. Ruegan para que no los despojen de sus bienes. Soldados golpeando a niños y mujeres. Matan a quienes se oponga a salirse de su negocio.  Mañana empezarán a saquear las casas.   


Ayer mi novia me mandó una carta en donde me decía  que  no volverá a verme, pues se fue a Guatemala con sus padres. Me desea mucha suerte. Hizo bien en irse antes de que los soldados lleguen a nuestra zona.

Mi padre le dice a mamá que por la noche nos iremos. No hay tantos soldados y corremos menos peligro que huir por la mañana o en la tarde. Nos iremos después de la medianoche.
Mamá durmió a Noel temprano. Yo aprovecho el tiempo para recordar mis tristezas  y alegrías que en esta casa he vivido. Mis padres están en la recámara de Liam reviviendo los recuerdos de mi difunto hermano.

¡Es hora de irnos! Papá carga a Noel cubriéndolo con una cobija. Mamá y yo cargamos las mochilas repletas de provisiones y ropa. Empezamos a caminar bajo una fuerte lluvia sin destino alguno...

domingo, 23 de octubre de 2011

4. MUERTE INESPERADA

(Entrada Final).
Liam sigue muy enfermo y estoy terriblemente  preocupado. Tiene fiebre muy alta y demasiada comezón en el cuerpo. Papá salió hoy por la mañana para conseguir algunos medicamentos. Lamentablemente en ninguna farmacia le vendieron las medicinas. En todos los locales que iba le cerraban las  puertas; solo por ser judío. No había ninguna farmacia judía,  pues ante el decreto de la semana pasada las habían clausurado.

Mi madre pone trapos húmedos en la frente de Liam, para que se le baje la fiebre. Le cuesta mucho trabajo respirar  y no quiere comer. La infección le esta brotando dentro del cuerpo; en su lengua le han salido bastantes granitos. Mis padres están sumamente preocupados. No dejamos que Noel, mi otro hermano, tenga mucho contacto con Liam. No se vaya a contagiar del virus.
En la tarde, mi papá y yo llevamos  a mi hermano al médico, pero fue inútil. Ninguno quiso atenderlo. Saben que somos judíos y está prohibido dar atención médica a nosotros.

De regreso a casa, pasamos a comprar a la tienda de abarrotes leche y pan. En el local había un pequeño radio sintonizado; justo en el momento que llegamos. El presidente del Partido Revolucionario daba un discurso, que a grandes rasgos decía: “Los judíos no pueden vivir en México sino como huéspedes y deben someterse a las legislaciones que dictemos contra ellos. Se les prohíbe la entrada al cine, a los teatros, las bibliotecas, los museos y los balnearios. Saquearemos todos los  negocios y casas  judías”.
Al llegar a casa, le comentamos a mamá que nadie quiso atender a Liam y también  lo que escuchamos en la radio. No puso mucha atención en lo segundo, pues solo le preocupaba la salud de mi hermanito.  Lo acostamos en  su cama y ardía en fiebre. Le decía a mamá, con mucho esfuerzo al hablar, que le dolía todo su cuerpo y que no respiraba. Mi madre llamó rápido a papá, pero cuando subió a la recámara, mi hermano ya había muerto. 
Tengo tanta impotencia contra los legisladores del país; por su culpa no pudimos llevar al médico a mi hermano. ¡Los odio! Estoy en un mar de lágrimas. ¡Mi hermanito ha muerto por esas leyes racistas! Y ahora también nos despojarán de nuestro hogar.

domingo, 16 de octubre de 2011

3. HACIA UN FUTURO INCIERTO

(Entrada Final).
Ayer  por la tarde, presencié el homicidio de un hermano judío. Me acuerdo plenamente como el pequeño cayó muerto. Al ver lo acontecido pensé en mis pequeños hermanos, pues los amo con toda mi vida. Empiezo a preocuparme demasiado por la situación que estamos pasando. 
De nuevo se han promulgado legislaciones en contra de los judíos. El Partido Revolucionario dicta una clara ideología racista. Esta impide que todos aquellos que sean de sangre judía puedan trabajar como funcionarios públicos ni en actividades privadas. También se dicta que si algún judío requiere de servicios médicos,  no podrá tener el privilegio a dicho servicio.

En verdad esta situación ha rebasado los límites. Estoy desmoralizado, melancólico y frustrado, pues se ha prohibido el derecho a la educación a personas judías; serán expulsadas de universidades y colegios. Las escuelas de carácter judío, se demolerán y serán ocupadas por el Gobierno para construir secretarías públicas. Ya ningún judío podrá recibir una educación escolar.
Hoy mi padre llegó más temprano a la casa cabizbajo y luciendo una mirada de tristeza, pues ha sido despedido de su trabajo. Mi madre se siente impotente por el panorama actual. Mis hermanos aún no tienen un juicio crítico,  pero se dan cuenta del  problema. Le preguntan a papá, por qué ya no irán a la escuela. Con una sonrisa forzada, les responde: "Por ser más inteligentes, les han dado vacaciones".
Mis padres me dan consejos alentadores. Sabe la gran importancia que es para mí ingresar a la universidad y estudiar lo que siempre he querido: Derecho. Este sueño ha sido frustrado y truncado por personas que legislan en el país con odio y racismo.


Tengo una profunda amargura. El futuro es incierto con estos decretos raciales. Nos despojan de nuestros derechos. Ya solo falta que nos persigan como fugitivos de la ley. De por sí ya nos miran como bichos raros. Somos  la escoria de la sociedad.
Pienso en mi familia. Mi padre ¿Qué hará sin trabajo? Lo bueno es que con su finiquito nos alcanza para vivir algunos días. Mis hermanos piensan que están de vacaciones, según les dijo papá.
Yo no tengo ganas de salir, ni siquiera a ver a mi novia. Lo peor de todo es que mi hermano Líam se ha enfermado de varicela, no podemos llevarlo al médico. Tengo demasiada angustia por mi hermano; cada día que pasa se pone más grave. 

jueves, 6 de octubre de 2011

2. LA SENSACIÓN DEL MIEDO

(Entrada final).
La incertidumbre abruma mi alma. Miró con zozobra todos mis días. Analizó aquel pasado que formé y el presente que impone. 
He aprendido a pensar en el futuro, pues mi vida está en manos de aquellos que promulgan sus normas, con inclemencia y regidas con la política del odio. 
Me preguntó: -¿Qué mal hemos hecho?-
Hace un par de días, escuché en la radio la promulgación de una nueva ley, la cual nos despoja de nuestros derechos cívicos; simplemente por  ser judíos. 
Sometidos por diversas prohibiciones, de conducir un coche, comprar exclusivamente en establecimientos marcados con el letrero: “negocio judío”, salir después de las siete de la noche, ni siquiera al jardín o al balcón, participar en los deportes públicos, de visitar a nuestros hermanos cristianos y muchas otras restricciones por el estilo. Si algún judío no sigue estas normas; se escucha el aterrador sonido del rifle, apuntando a la cabeza de un hermano judío privándolo de la vida. Solo nos permiten trabajar y estudiar. Sin embargo, tenemos que estudiar en  escuelas judías.
Hasta ahora mi familia está muy intranquila. Mi madre es la que más sufre, en las mañanas y por las tardes, pues papá sale a laborar y llega a casa a las seis de la tarde; una hora antes para no recibir un tiro en la cabeza. Mis hermanos van en la primaria; mamá los lleva y los recoge a diario.
Yo estoy a un año de ingresar a la universidad, es mi meta más anhelada. Trato de no salir mucho, sólo salgo a ver a mi novia los fines de semana, mamá se preocupa cuando voy a visitarla, porqué esta con la preocupación de que me suceda algo.

Hoy a mediodía, esperaba en la esquina de mi casa a un compañero de clase, pues unas notas pendientes repasaríamos. 
Frente a nosotros se encontraba una tienda de juguetes con un gran  aparador. De lejos se apreciaba un letrero distintivo que decía: “Prohibida la entrada a los judíos”.

Un niño de aproximadamente cinco años de edad, caminaba con su madre por la acera; al ver dicha tienda se emociono demasiado, corrió  para acercarse al aparador y recargo sus manitas en el enorme cristal, para poder ver los juguetes. 
Su madre corrió tras él, pero fue muy tarde, pues de la entrada salió un soldado con el rifle, apuntándole a la cabeza y  disparo directo a la nuca del pequeño. Al ver lo acontecido mi boca se seco; lo primero que mi compañero y yo hicimos fue correr directo a mi casa. El miedo se apoderaba de mí, mis manos tiemblan, mis ojos se llenan de lágrimas y la impotencia de no poder hacer nada  me destroza. Mi juicio está confuso, pues temo por la vida de mi familia.